domingo, 23 de junio de 2019


Dimingo. 

Hay mañanas que no
da igual lo que ponga de mi parte
cuanta distancia quiera imaginar
cuanto mar se me atragante.
Hay mañanas que estás
hay mañanas vacías del resto
hay soles que me queman en tu boca
y cada hora fracaso
en la gigantesca tarea de no pensarte.
Hay mañanas que solo querría escribirte
que me contestastes
como si no hubieran pasado varias vidas
desde la última vez que te vi desnuda.
Hay mañanas
que ne mata tener que intuirte
entre los restos de un poema camino al trabajo
que cuesta asumir
que el último pedazo de magia
se subió contigo a un avión.
Hay mañanas como esta
que los versos absurdos duelen más
porque destroza esa incertidumbre
de daber si algún día vas a leerlos
o de saber si van a importarte algo.