martes, 23 de agosto de 2016

                     ***
Creo que ella era solo un pájaro
y yo un loco.
Otras veces
que el pájaro era yo
y ella la huella fantasmal de la cordura,
arrancándome las plumas.
Da igual
yo volaba boca abajo
ella boca arriba
cruzábamos alguna sonrisa en nuestras piruetas
y caíamos en picado
a ver si alguna vez
remontábamos el vuelo juntos.
Yo era una voz y ella un grito frenético
de esos usando las manos como bocinas
que arrasaba mis palabras
haciendo remolinos de papelillos
alguna mañana cuando nadie mira.
Yo era lo que era
y ella lo era todo
por eso nos perdimos en juegos de palabras
que escondían silencios.
Hasta que una tarde
ya no importó lo que fuese ella
ni en lo que fuera a convertirme yo.



                      *** 
Cuánto pesan los recuerdos
a nivel del mar
o cuando los barren
cuando cierran los bares
justo una hora después
de que la última copa no fuera la última.
¿Cuánto pesan?
¿Lo mismo que el alma?
¿Cuánto valen?
¿Un precio a convenir?
¿Por quién?
por los Diablos enfermos
por los locos desechos
por la fiebre que cabalga
hacia donde nadie quiere ir.
Cuánto valen los recuerdos
que se me fueron cayendo
por las ciudades
sin que me importara
pensando que me quedaban muchos más.
Nadie va a encontrarlos
nadie los va a recoger
y si ya no son míos
¿Qué valor tienen?
¿Para qué coño sirven?

Los recuerdos
las ciudades
el mar mojando playa
y su espuma inmolada
en los embarcaderos de piedra
todo pesa menos que una postal
 y no puedes ni escribir en ellas
cuatro palabras tontas
para que alguien las lea.

Así que
¿de qué sirvo yo, entonces?
Anhelando el sol que tengo detrás
apretando en los puños esos recuerdos arrugados
tratando de echar de menos algo
lo que sea
que me haga menos miserable.



Mujer de cine. 
Te veo venir del baño
convirtiendo el bar
en un set de rodaje de alguna película clásica
de esas en blanco y negro mágico
y te juro que en el silencio que vas dejando detrás
oígo a alguno de los directores míticos
decir, silencio, se rueda, acción.
Así que de pronto
me siento protagonista
protagonista de mi vida, nada menos
porque vienes hacia mi y me miras
sin saber
que ya no quedan mujeres como tú
que tus diálogos pueden resonar a través del tiempo.
Luego te acurrucas en mis brazos
y parezco más fuerte
quiero compartir todos tus secretos
comerme todos tus problemas
cualquier cosa
con la condición de que me sigas mirando así.
No, ya no quedan mujeres como tú
que lleven ese vestido una noche de martes
como tú lo llevas.
Te lo digo yo, que no.
Se hicieron grandes películas con mujeres como tú
Que beben como susurrando un hechizo
Que te enjaulan con la mirada, sin cerrar la puerta
porque jamás te quieres ir.
No, no quedan.
Conviertes la noche y la ciudad
y tengo que esforzarme
poner todo de mi parte
para que cualquier mirada
para que todo lo que te diga
estén a tu altura
esperando que el fundido a negro
me pille en la cama contigo.